lunes, 28 de noviembre de 2016

Viento y marea


Hielo flotante:
La visibilidad era muy reducida; el frío, intensísimo. Navegábamos con viento de poniente de 35 a 40 nudos con el génova atangonado. Marco Facca iba al timón. De repente se produjo un estallido: en una orzada se había partido en dos el génova 4. Instintivamente y a toda velocidad me dirigía a proa para tratar de arriar los trozos que quedaban de esa vela. Enrico, el otro tripulante de guardia, bajó al pañol de velas para preparar un foque e izarlo enseguida. En aquel momento le grité: ¡Enrico, mira a proa! Un hielo flotante de cuatro metros de diámetro y uno de altura se hallaba justo en proa. Ya no podía hacer nada, ni había nada que hacer. Íbamos navegando a 7 u 8 nudos, sólo con la mayor y grité fuerte al timonel: ¡Orza violentamente! En aquel momento Marco orzó, agradeciendo que me oyera. Logramos pasar a unos diez metros a barlovento de aquel glowler, o hielo flotante, que son los más peligrosos, ya que apenas se ven. Fue verdaderamente milagroso que Enrico y yo lo lográsemos ver en plena noche. (Enrique Vidal)




Contra viento y marea:
Fue la etapa más dura, no por las condiciones metereológicas, sino porque el barco estaba muy zurrado y la tripulación era prácticamente nueva... Las averías se sucedían, las velas se rompían con extraordinaria facilidad y la adaptación de los nuevos tripulantes se hacía francamente difícil, a pesar de su buena voluntad. La parte final la hicimos con un viento completamente invernal, empezamos a navegar viento en popa con sureste de fuerza 8-9, hasta llegar el día 27 de marzo al través del faro de la isla de Ouessant. En aquel momento habíamos cubierto nuestra vuelta al mundo. Durante las últimas millas, la depresión llegó más fuerte y violenta, entrando en el canal de la Mancha con una mar blanca y un frío intenso. El día 28 de marzo, finalmente, avisamos la isla de Wight, y en una navegación de gran precisión, una noche lluviosa de clima británico, cruzamos la línea de llegada a las 23 horas. El sueño se había hecho realidad. De Portsmouth a Portsmouth, cabo de Hornos por babor, era ya parte de nuestra historia. Habíamos dado la vuelta al mundo. (Enrique Vidal)


Fuente: http://www.mgar.net/docs/textos.htm

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